lunes, 2 de febrero de 2009

Protesta



La primera angustia surge mientras trabajaba en equipo, después de horas de reflexión se desecharon sus ideas y los integrantes apostaron por desarrollar otra de las que había planteadas en la mesa. Durante unas horas en vez de trabajar en aquella propuesta seleccionada, se paso el tiempo descifrando porque no había sido seleccionado. Con papel y lápiz en la mano no se podía concentrar, sus trazos seguían la directriz de lo que para su punto de vista era el mejor planteamiento. Decidió después de un rato, ponerse a trabajar con el equipo, sin embargo como protesta silenciosa colgó su serie de croquis en el muro frente a su lugar, a un lado del texto de Cortázar sobre Cronopios y Famas. Al final del día, estaba muy satisfecho con el trabajo del grupo, el proyecto con la “idea ajena” había resultado ser excelente y a su vez, su gesto de rebelión silenciosa lo dejaba tranquilo con su consciencia. Siguió colocando croquis en el muro, solo aquellos que estaban en huelga por ser marginados. Un día, llego alguien más y pego una un croquis marginado en el mismo muro, donde se encontraban muchas ideas que nunca se convertirían en realidad. La situación lo animó a seguir dibujando. Pronto en el muro cabían ya pocos papeles, unos empalmados sobre otros y los autores eran ya diversos. El equipo se identificó con la situación y el muro empezó a fomentar discusiones sobre las buenas ideas marginadas. El tiempo hizo madurar las reflexiones de la pared y generó una evolución creativa sobre los proyectos. El muro se convirtió en una herramienta importante para criticar y ser criticado, para intercambiar ideas, para no olvidar aquellas buenas ideas marginadas.

La protesta había funcionado.