Un escalón primero, luego el otro –no quitaba la mirada de los pliegues en el piso- seguía bajando muy despacio, un pie y luego el otro. Casi llega al área de snack, si es que a eso se le puede llamar así. Va por agua, necesita saciar la sed causada por la charla. Todavía pensando en el problema de la vivienda en la montaña que tanto le apasiona.
<> reflexionaba agobiado y buscando respuestas.
- Réntame-abruptamente fue interrumpido por aquella voz femenina e imperativa.
Se interpuso en su camino sosteniendo un sencillo cartel de letras rojas, mal trazadas a mano y sin ningún lineamiento estético. Unos zapatos sucios, por el polvo del exterior, se asomaban tras de la pancarta. Un rostro sereno inicio un discurso que de seguro ya había dicho más de una vez en esa mañana.
-Ofrezco mi servicio a cambio de algo- Su actitud era de pereza total -Tengo un par de condiciones; no quiero dinero y nada sexual, tampoco puedo salir del campus-
Solo una palabra tenia el cartel “RENTAME”, él lo miraba sin descifrar el significado.
La oferta tenia una cantidad infinita de posibilidades. Lo miraba sin observarlo y aturdido por sus pensamientos.
La gente que vive en las montañas. Personajes devoradores de espacios, que ven la oportunidad de extender sus dominios en cualquier momento. Nunca es tarde y nunca es suficiente. No importa la inclinación de la montaña, la falta de servicios públicos, la sobrepoblación, ni los vientos fuertes, la deforestación ni tampoco la falta de dinero. Lo importante es estar junto a los suyos, siempre unidos, cubriéndose las espaldas. Si no se la cubren entre ellos, ¿quien lo hará?. Nadie, ¿son plagas?, son enemigos públicos.
Montañas duales. Siluetas hermosas cubiertas de luces de distintas intensidades. Amarillas principalmente, blancas otras tantas. Luces que destellan y contemplan desde lo alto la vida nocturna de la ciudad. Habitantes expectantes que se mueven como hormigas y pasan desapercibidos, siempre en el anonimato, es lo mejor, es el mejor camuflaje. No como las líneas de abajo. Líneas protagonistas de luces rojas y amarillentas según sea el sentido, grandes cortadas que separan los barrios de la ciudad. Desangrando movimiento veloz y constante.
Es tan natural creer que sabemos la vida diaria de las montañas sin haber visto siquiera el primer escalón que guía hacia la Risca, aquel lugar inaccesible para los vehículos, aquel lugar que solo los de arriba pueden acceder. La hermosa y la deprimente montaña. Para nosotros los de abajo imaginar no cuesta nada.
De día, una masa gris cubre la montaña, no hay mas las bellas luces, sino una realidad saturada de viviendas de todos tamaños. Eso si, ninguna es igual, a diferencia de los fraccionamientos de 1000 casas en serie, donde dice Monsivais que si te confundes de casa y no te corren puedes seguir viviendo allí, por que no hay identidad (al menos no al principio), allá, arriba, cada quien tiene su propia casa, construida seguramente por ellos mismos, satisfaciendo sus verdaderas necesidades, adecuándolas a su manera de entender la vida. La arquitectura empírica se fue adaptando a la montaña sin necesidad de cortar el terreno, a diferencia de otras montañas, donde si hay dinero, donde por que puedo más, destruyo más. Apiladas en la montaña y en grandes masas la apariencia es gris triste, gris contaminado, sin la distinción entre ellas. Gris no por elección, sino por que es el color del material que tienen al alcance. Esos bloques y losas de concreto que nada ayudan a soportar los cambios drásticos de temperatura, pero que cubre la necesidad primaria, un refugio. Habiendo tanto lienzo gris en donde intervenir, ¿por que nadie lo hace?, ¿donde están los arquitectos, los artistas, los urbanistas o los sociólogos?.
-Que opinas- insistió la chica con el cartel y zapatos sucios.
Regresó de la lejanía de las montañas y recordó que estaba en una escuela de arte, dedujo que estaba frente a una aspirante. Se dio cuenta que estaba en medio de un “performance”.
-¿Por que aquí si lo veo?, se pregunto refiriéndose a la manifestación artística- encerrado, encapsulado, solo para unos cuantos.. Donde la chica del cartel era entendida como el objeto a ser intercambiado, una mercancía más dentro de un mundo consumista, paga por cualquier servicio que a alguien se le ocurra. Ella ofreciendo ayuda sin necesidad de dinero a cambio. Una buena critica al consumismo actual. Los alumnos se apropian de todos los espacios y hacen la vida académica muy interesante. Cualquier espacio es un sitio para un intercambio de ideas, para reflexión y crítica. Se alegro de la situación y la manifestación creativa, una buena critica a la sociedad. Se alegro que un gesto tan sencillo representara tantas cosas profundas.
-Que haces y por que aquí adentro- esperando una respuesta que reforzara el castillo que había construido en su imaginación. Pensando en que tenía que estar en el mundo real, en las calles, manifestando su repudio al consumismo. Pero esto se lo quedaba para él, solo en su mente.
-Es una tarea para una clase- replico.
Decepcionado, suspiro, sonrío por lo insignificante de la respuesta y no pregunto más.
-Gracias, yo solo voy por un poco de agua- y siguió caminando agobiado por sus demonios y pasiones rumbo al snack, pensando en monterrey, las montañas, las viviendas, la identidad y ahora también en el arte.
VTH. Marzo 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario